27 oct 2014

Balacera y mordiscos en el aire

En la era del tera, Lord Giga* compra una televisora. Cámaras cándidas asustan candidatos y el abrazo republicano se transforma en cateo. Una caricia suspicaz, por las dudas: nuevas mecánicas del cuerpo correlí.

En la porción local de la torta espectáculo, los políticos siempre fueron interesantes durante más minutos-aire que los futbolistas, quienes sólo tienen noventa antes de empezar a agradecer a dios y volverse predecibles, al contrario de aquellos cuya criminalidad requiere del performance sorpresivo de la garganta, no de las piernas. En cuanto a piernas, las mujeres objeto tendrán que aprender a bailar, si es que no pueden cantar.

Transmedia, en el feed de noticias de tu red social se apilan veloz e inevitablemente las peripecias de estas personas, como también de otras mejor intencionadas, marmoladas todas entre cumpleaños y fotos de criaturas recientes de nuestra especie, pero también de otras si es que cuentan con un pelaje de suavidad similar al mejor de los rollos de papel higiénico. Tiernísimos, para alegría del agujero excretor de la mente.

De esta manera se juega un jenga infinito de espectaculares o triviales exhibiciones, una encima de la otra, en una estructura continua cuyas partes parecen estar unidas sólo por caer a la misma velocidad. Si esa pantalla que mirás, rectángulo de vidrio, creciera de súbito en vertical con las nuevas noticias de facebook y twitter se percibiría con mayor claridad que un TL, que un feed de noticias es una torre de babel, retroiluminada. Sobre el punto, los antiguos pastores del desierto habían supuesto que el caracú de esa historia consistía en que sus protagonistas hablaran o no el mismo idioma para cooperar o, en cambio, desbaratarse en sus propias particularidades, por chantas, por creer asequible la seudoperfección de su divinidad ñandeko. Pero lo que no imaginaron es que se pudiera compartir el mismo código y que, aún así, fuera impracticable el prestar atención a un diálogo colectivo concomitante, requisito de la colaboración, al estar estructurado el canal de tal modo que todos sus participantes realizaran declaraciones al mismo tiempo, todo el tiempo. Así, cualquier tema es fragmentado en posteos en perfiles separados, efímeros, como metrallas de una explosión en medio de la nada, mordiscos en el aire.

El tiempo cura, o borra, pero una fuerza de gravedad programada en el canal colectivo de comunicación lo que hace es ocultar, desperdigando.

Opera entonces una mutua desatención a través de la constante sustitución de novedades, un wow perpetuo, un incesante espejo para un narciso de hoy, igual de petrificado que siempre, desde aquella primera jornada neolítica en que sació hambre y ansiedades derivadas con harina mojada de cereales domesticados, logrando una sensación ligera de comfort y somnolencia para que, al rato, frente a él, se armara el show. El primero. Seguro fue genial.

El pan es un ancla, el circo una brújula que nunca deja de bailar.

Esto bien o mal puede acabar en un pasquín a favor de la paleodieta, pero el abigeato tiene más cárcel que la violación y en el feed alguien acaba de reproducirse y la foto del bebé es indistinta a la de cualquier otro, a pesar de incitar polémicas menores sobre ojos y mentones adjudicados a los muertos, hoy sólo vectores de un árbol genealógico, contrabandistas de adn, de calvicie prematura e intolerancia a la lactosa. También mañana cumplen años cuatro contactos y por su parte reapareció el autodenominado ejército terrorista del noticiero central. Un perro fue fotografiado dentro de un cajero refrigerado, pero, ¿logrará la hazaña deportiva el equipo chico y desconocido ante el otro, enorme y temible? Oh, el perro refrigerado ya fue adoptado, ponele corazón, cheporemoi. Balacera, ésta es la era del tera. La más grande de las guerras ocurre sobre la atención.

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(*) Lord Giga, usuario adolescente de Quanta Net, pequeña red digital local anterior al uso de la www en Paraguay, a mitad de los años noventa, la era del mega. Hizo fortuna en el negocio inmobiliario digital. Retrotrajo luego parte de su inversión hacia el medio masivo anterior, televisivo.

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