22 ago 2013

SUPERPODER

El problema de volar es que desde arriba todo te parece pequeño.

Al verse pequeño, extendés el brazo y ese todo parece asequible con la mano.

Todo, con la mano.

Así que para vos volar nunca representó un superpoder, como sí para tu tío, adicto a la adrenalina de burlar la gravedad y, cuando eso sólo ya no fue suficiente, también la ley, pilotando entre las nubes transportando toneladas del polvo del que éstas fueron hechas, más o menos, según dice, por payaso.

Pero para vos no, volar no, nunca fue superpoder. Más bien te lo mostró.

Un radical cambio de perspectiva, el mismo que de súbito sintieron miles de parisinos cuando subieron a su recién construida torre, de ver todo lo que conocían tan chiquito, tanto que todo, extendiendo el brazo, fuera aparentemente asequible con la mano.

El superpoder real es ése: bajar de la torre, aterrizar el avión, acercarse a todo y, aún así, poder extender el brazo y que sea, con la mano, asequible.

Así que vendés repuestos.

Eso rinde, al parecer, porque de súbito comprás un montón de empresas.

Luego un partido.

Y obtenés el poder que hoy, 22 de agosto, por ley,
es por fin:

SUPERPODER.

Felicidades:
vencer la gravedad es una cosa,
hacer lo mismo contra la lógica que impone la pespectiva de la distancia,
otra.